Contexto Histórico



A mediados del siglo XX, la Industria Harinera, aquella dedicada a la elaboración de harina de trigo, era de suma importancia en España en general y en la Comarca de Alhama en particular. Si en el año 1936 existían 1.414 harineras con 8.140 metros de longitud trabajante, en 1951 su número se incrementó a las 1.900 fábricas, superándose los diez mil metros de longitud trabajante (ver Tabla 1). Los años cuarenta significaron la mayor expansión de la industria harinera en nuestro país, impulsada por la legislación del Nuevo Estado y por el reparto de los cupos de cereal que favorecieron la atomización del sector.

Tabla 1. Evolución en el Número de Fábricas y datos asociados
Año Num. Fábricas Capacidad global diaria (vagones) Longitud trabajante de cilíndros (metros instalados)
1912 806 108,4 5.420
1929 1.339 160,2 8.015
1936 1.414 164,8 8.140
1943 1.784 213,0 10.650
1951 1.940 216,6 10.840
1957 1.827 208,8 10.440
1968 1.714 202,0 10.100
El rápido crecimiento de la industria harinera en España, fue debido a los importantes cambios demográficos y estructurales que se produjeron en la economía española durante el primer tercio del siglo XX, así como la nueva política económica proteccionista, base de una política de industrialización sustitutiva de importaciones.

En la Comarca de Alhama llegaron a existir cerca de los 22 molinos de agua harineros, repartidos entre los cinco ríos de su partido judicial: dos en el río Armas, uno en el Puerto-Blanco, tres en el Añales, dos en el Játar, uno en el Jayena, cuatro en el Cacín y nueve en el río Marchán. De estos últimos, siete estaban próximos a Alhama y los otros dos estaban situados entre las poblaciones de Santa Cruz del Comercio y Moraleda de Zafayona, justo antes de la unión del río Marchán con el Cacín. Estos molinos aprovechaban la fuerza del agua que transcurría por el río junto al que se construían, para mover las piedras del molino que molían el grano de trigo con el objetivo de obtener la harina.


Las razones particulares que potenciaron esta actividad en la zona de Alhama fueron las siguientes:
  • Disponibilidad de abundante agua en el río Marchán. Este agua era canalizada a través de acequias hasta los molinos y se usaba de manera gratuita, ya que era considerada como "Propiedad de los molinos por su uso desde tiempo inmemorial". Más tarde, y debido al uso que se comienza a hacer del agua para regar las pequeñas huertas que rodeaban los molinos o fábricas, se creó la "Comunidad de Regantes Ribera de los Molinos", que permitía a todos hacer uso del agua sin tener que pagar cuota.
  • Situación geográfica de Alhama. La situación de Alhama como punto intermedio entre Málaga y Granada, además la dependencia que existía de los numerosos pueblos de la comarca con respecto a Alhama, facilitaba el comercio de la harina.
  • Zona triguera. La principal actividad económica de Alhama ha sido y es la agricultura, con grandes explotaciones de cereales y olivo.  
Río Marchán a su paso junto a La Purísima



El declive de la industria harinera se produce a finales de la década de los 60, época en la que la fabricación de harina pasa por su peor momento. Esta crisis tiene su origen en la infrautilización de las maquinarias y el exceso de capacidad de producción en relación con las necesidades de consumo internas. Por otra parte, tampoco existen mercados extranjeros donde colocar los excedentes.  Esto da lugar a una caótica competencia: vendiendo la harina a unos precios ruinosos y dando unos plazos de pago muchas veces increíbles.


Con aproximadamente 1.600 fábricas de harina censadas que sobrevivieron a la crisis de los 40 (a lo largo del periodo 1.941 a 1.952, después de la Guerra Civil, la mayoría de los molinos fueron cerrados y precintados con idea de favorecer el racionamiento impuesto de 125 ò 150 gr. por persona y día), se empieza a generar crecientes desajustes estructurales entre la capacidad productiva y el consumo, lo que propició que muchas industrias harineras produjeran mucho menos de lo que podían. En la campaña 1969/70 se situó en el 41,81%, por debajo del mínimo de rentabilidad estimado en los estudios económicos de la fecha, que lo situaban en el 43% como media nacional. Esta situación conduce a que sea el mismo sector el que voluntariamente, en un proceso no exento de ávidas discusiones, quiera su reestructuración por medio de un Plan de Acción Concertada, basado en el cese de unas industrias para revalorizar aquellas que queden en activo, aumentando sus beneficios, y sobre las que recaerá la indemnización de las que se vayan. Esta Acción Concertada nunca llegó a entrar en vigor. La regulación del sector ocurre posteriormente por medio de la puesta en marcha del Plan de Reestructuración del Sector de Harinas Planificables y Sémola (Decreto de la Presidencia del Gobierno, aprobado en el Consejo de Ministros celebrado el de 20 de Agosto de 1973). Los objetivos generales del plan eran:
  1. Lograr un aumento de la utilización porcentual de las instalaciones, que se sitúe en torno al 75% de sus posibilidades.
  2. Aumentar la productividad de cada una de las industrias, ahorrando en la maquinaria y abaratando los procesos de producción.  
  3. Modernizar y racionalizar las instalaciones productivas para abaratar los costos.
  4. Incrementar la retribución actual de los productores que continúen en activo.
Este plan pretendía corregir el desajuste entre producción y consumo por medio del cierre de fábricas, cambio de instalaciones antiguas y mejoras en las técnicas. El cierre voluntario de harineras permitía obtener una indemnización (el metro trabajante retirado se pagaría a 100.000 pesetas) y acogerse a un subsidio de paro satisfecho por el Servicio Nacional de Conciertos (SNC). Como obligación los propietarios no debían volver utilizar la instalación en la molturación de cereales en un periodo inferior a treinta años. Como objetivos concretos se pretendía que en una primera fase del plan, el censo de industrias harineras se redujera el 50%, y en una segunda fase en un 10% más, quedando de esta forma el número final de industrias harineras activas en un número cercano a 600, reduciendo de este modo los diez mil metros de longitud trabajantes a unos cuatro mil quinientos. Siendo 'candidatas' al cierre voluntario aquellas fábricas que no hubieran molturado durante las campañas 69/70 y 70/71, la cifra de 8 millones de quintales métricos. De este modo, los molinos en España en general y los de la comarca en particular, fueron cerrando uno tras otro. Recordamos como dato, que la molturación de la Fca. La Purísima en la campaña 69/70 fue de 775,82 Qm muy lejos del límite orientativo que se filtró.

Otra de las posibles causas de este declive, pueden encontrarse en las circunstancias en las que se desenvuelve el comercio triguero en la época, con una actuación intervencionista del Servicio Nacional de Productos Agrarios (SENPA), con igual o mayor rigor que en los años 40, que en ningún caso proporcionaba el marco idóneo para el correcto desarrollo harinero y que condujo a la progresiva degradación económica del sector harinero. Desde el sector no se entendía que:
  1. Aparecieran Decretos anuales para regular la campaña cerealista, con normas que eran modificadas, no más acaecida su promulgación. Esto hacía impracticable el exacto cumplimiento de la misma, dificultaba la marcha normal de la industria harinera y creaba la incertidumbre en los fabricantes que no sabían cada día lo que tendrían que hacer el siguiente.
  2. No se permitiera la compra libre a cada fabricante de las clases de trigo que pudiera cubrir las necesidades de su mercado consumidor. Ni el lugar de procedencia, ni el trigo, ni la calidad podían ser determinadas por el harinero que se debía de conformar con adquirir obligatoriamente variedades que no permitían elaborar la clase de harinas que su mercado consumidor demandase.
  3. Se hiciera una clasificación arbitraria de trigos, atendiendo a su nombre más que a su condiciones. De este modo trigos de peor clase podían ser clasificados en categorías superiores. Como consecuencia las calidades de las harinas disminuía, no reuniendo las calidades que los consumidores exigían.
  4. Se fomentara la perdida de horas de trabajo y de actividad, en determinadas épocas -- aquellas próximas a la recolección -- en los silos coincidían labradores que entregaban el cereal junto a fabricantes de harina que iban a retirarlo, lo cual producía aglomeraciones y por lo tanto fatigosas esperas y retrasos.
  5. No se entregara el trigo en sacos precintados, como garantía de peso y calidad. Esto contrastaba con lo que ocurría en otros países, con la muy cuidada limpieza en que se entregaban los trigos que recibían los fabricantes.
  6. Diferencia entre el precio de compra por el Servicio Nacional del Trigo (SNT) al labrador y el de venta del SNT al fabricante gravado con una serie de cánones.   
Todo esto, tenía una incidencia grave en el proceso industrial  Esto no era comprendido por los fabricantes habida cuenta que: No había suficiente almacenaje para el trigo que se producía; No había población capaz de consumir el pan que se podía elaborar con el trigo que se cosechaba; Miles de vagones del rey cereal eran destinados a pienso; Se pagaba a precio de pienso el trigo que excedía a mayores el cupo asignado; Se daban primas y facilidades para que la industria almacenara el trigo; y lo que es más importante España estaba apunto de ingresar en las Comunidades Económicas Europeas, en las que el trigo no era objeto de semejante monopolio, sino que gozaba de libertad de movimiento.

Los motivos particulares que provocaron el declive de las fábricas harineras de la zona fueron:
  • Cambios en los hábitos de la población. El consumo de pan fue disminuyendo de modo acentuado (sustituido por otros alimentos considerados más 'ricos') sin que dicho descenso se viera compensado con el aumento que registraban otros productos también elaborados con harina de trigo, como por ejemplo sopas, galletas, bollería, etc...
  • Dificultad en el acceso a las instalaciones. Las fábricas no se hallaban bien situadas en relación al transporte de mercancías. Los caminos de acceso no eran apropiados para el transporte de grandes partidas en camiones u otros vehículos. La única forma de hacerlo era por medio de arrieros, que eran aquellas personas que se dedicaban al transporte de mercancías mediante alforjas, ubicadas sobre bestias (normalmente burros y mulos). Estos transportaban la mercancía desde la fábrica a caminos transitables por vehículos y al contrario.
  • Motivos económicos. Las dificultades económicas por las que atravesaba el país propició la aparición de deudas que deteriorarían la salud económica de las fábricas. Por otra parte, si éstas querían ser competitivas en el nuevo contexto, debían hacer un esfuerzo para la adquisición de nueva maquinaría más eficiente y con mayor capacidad productiva que sustituyera a la maquinaria vieja -- maquinaria que en la inmensa mayoría de los casos no tenía valor competitivo. Además, la adhesión a la Acción Concertada (para poder continuar en activo) supondría el pago de una cuota, para el pago de las indemnizaciones de las fábricas que cerraran, que no podrían pagar. En el caso concreto de la Fca. de Harinas Las Purísima fue la deuda contraída por un cliente de Vélez Málaga, que al no pagarla, se llevó casi la totalidad del efectivo que disponía la fábrica para su funcionamiento.   
Así, nuestra industria harinera no fue capaz de adaptarse a las nuevas necesidades y comenzó a no ser rentable frente a otras fábricas más competitivas. Uno tras otro, la veintena de molinos harineros de la comarca alhameña acabaron cerrando y con el paso del tiempo han sido víctimas de expolios continuados, convirtiéndose en un montón de piedras y amasijo de hierros, vestigios muy cubiertos de vegetación. De ellos apenas queda un poco de su historia en la mente de los últimos propietarios y molineros.

Restos de la Fca. de Harinas Santa Teresa, año 2012

Como excepción en Alhama, está la Fabrica de Harinas La Purísima, propiedad de la familia Castro Valladares, que aún sin estar en funcionamiento (finalizó su actividad en los años 70) si conserva toda la maquinaria testigo de una época y parte de la historia de una industria, un país y un pueblo.



Para conocer mejor el contexto histórico, boom y declive, relacionado con la industria harinera, recomiendo la lectura del siguiente trabajo:
  • Germán Zubero, L. "La evolución de la industria harinera en España durante el siglo XX". Investigaciones de Historia Económica, Vol. 02 Núm. 04, pp. 139-75, 2006. [Ver]
Para conocer la historia de la molinería, recomiendo la lectura de la siguiente web:
  • Azcoytia Luque, C. "Historia de la molinería y la panadería en el siglo XIX". [Ver]